Vigorexia: una delgada línea entre los buenos hábitos y la obsesión

Tener hábitos saludables como alimentarse bien, realizar actividad física, descansar y cuidar el cuerpo es algo que nos beneficia a todos.

Pero cuando cruzamos la delgada línea entre los buenos hábitos y la obsesión, cuando el propósito y la intención ya no es sentirse bien sino lograr el “cuerpo perfecto” se puede convertir en un problema que afecta la salud física y mental.

Las presiones sociales, que van desde campañas publicitarias en los medios de comunicación hasta íconos deportivos y celebridades determinan la apariencia del ‘cuerpo ideal’.

«Durante varias décadas, gran parte del enfoque en los trastornos de la imagen corporal se ha centrado en las mujeres, el ideal femenino siempre ha sido la delgadez. Actualmente se ha fijado un ideal para los hombres a ser musculosos. Hemos sido testigos de un cambio gradual en la forma en que los hombres perciben sus cuerpos y una tendencia creciente hacia una condición llamada anorexia inversa o vigorexia», dice el estudio Reconocimiento y tratamiento de la dismorfia muscular y los trastornos relacionados con la imagen corporal del Journal of Athletic Training.

Es una enfermedad mental, más común en hombres que en mujeres, que los impulsa a desarrollar un trastorno obsesivo compulsivo alrededor de su apariencia física y lo que hacen para lograr ese ‘cuerpo ideal’.

La dismorfia hace que quien la sufre se siga viendo débil y pequeño en el espejo así los demás lo vean exageradamente grande y musculoso, nunca será suficiente y siempre querrá seguir creciendo.

Dieta equilibrada

Mantener una dieta equilibrada es esencial para prevenir la obesidad. Esto implica consumir una variedad de alimentos ricos en nutrientes en porciones adecuadas. Una dieta equilibrada típicamente incluye una mezcla de frutas, verduras, proteínas magras, granos enteros y grasas saludables. Este enfoque asegura que el cuerpo reciba las vitaminas, minerales y otros nutrientes esenciales sin calorías en exceso.

Control de porciones

Controlar el tamaño de las porciones es una estrategia simple pero efectiva para prevenir el exceso de alimentación y gestionar el peso. Utilizar platos más pequeños, prestar atención a las señales de hambre y evitar segundas porciones puede ayudar a regular la ingesta calórica. Comer con conciencia, que implica saborear cada bocado y prestar atención a las señales de saciedad, también puede contribuir a un mejor control de las porciones.

Limitar alimentos procesados y azúcares añadidos

Los alimentos procesados y aquellos altos en azúcares añadidos a menudo son densos en calorías y pobres en nutrientes. Estos alimentos contribuyen a la ingesta excesiva de calorías sin proporcionar los nutrientes necesarios para la salud óptima. Elegir alimentos integrales y no procesados, y leer las etiquetas de los alimentos para identificar azúcares ocultos, puede ayudar a reducir el riesgo de obesidad.

Hidratación

Beber una cantidad adecuada de agua es crucial para la salud general y puede contribuir al control de peso. A veces, el cuerpo puede confundir la sed con el hambre, lo que lleva a una ingesta calórica innecesaria. Mantenerse hidratado puede ayudar a prevenir el exceso de alimentación y respaldar los procesos metabólicos naturales del cuerpo.

Comidas y meriendas regulares

Omitir comidas puede provocar un aumento del hambre y la tendencia a comer en exceso más tarde en el día. Establecer horarios regulares para las comidas e incorporar meriendas saludables puede ayudar a estabilizar los niveles de azúcar en sangre y prevenir el consumo excesivo de calorías durante las comidas principales.

Incorporar alimentos ricos en fibra

Los alimentos ricos en fibra, como frutas, verduras y granos enteros, brindan una sensación de saciedad y pueden ayudar a controlar el apetito. Además, estos alimentos contribuyen a la salud digestiva y regulan los niveles de azúcar en sangre. Incluir una variedad de fuentes de fibra en la dieta es una estrategia efectiva para el control de peso.

Elegir métodos de cocción saludables

La forma en que se prepara la comida puede afectar su contenido nutricional. Optar por métodos de cocción más saludables, como hornear, asar a la parrilla, cocinar al vapor o saltear, en lugar de freír, puede reducir el contenido calórico y de grasa de las comidas.

Actividad física regular

Si bien este artículo se centra en la nutrición, es importante enfatizar la importancia de la actividad física regular en la prevención de la obesidad. Una combinación de una dieta equilibrada y ejercicio regular es clave para lograr y mantener un peso saludable.

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