Entrenar en pareja: ¿Un acto de amor o una receta para el desastre?
¿Alguna vez te has preguntado si entrenar con tu pareja es la mejor idea o si puede convertirse en una prueba de paciencia? Entrenar en pareja suena como el plan perfecto: compartir metas, motivarse mutuamente y tener a tu persona favorita a tu lado mientras sudas la gota gorda.
Pero ojo, no todo es color de rosa en el gym cuando el amor está de por medio. Vamos a ver los pro y los contra de meterle amor al entrenamiento.
Los Pros: ¡Motivación nivel Dios!
- Un boost de energía extra: Estar con tu pareja en el gym puede ser el empujón que necesitas para salir de la cama o de ese mood perezoso. ¡Nada como un “vamos, amor, tú puedes!” para levantar esas pesas o terminar ese último burpee! La energía y la química que hay entre ustedes puede transformar una sesión de ejercicio en un buen rato lleno de apoyo y risas.
- Compromiso con la rutina: Ya no hay excusas de “mañana empiezo”, cuando tienes a alguien recordándote tu promesa de ir al gym. Entrenar en pareja es un compromiso extra que evita caer en la flojera. Es más difícil decir “hoy no” cuando alguien más cuenta contigo.
- Objetivos comunes: Compartir metas fitness puede ser increíble. ¿Los dos quieren mejorar su fuerza? ¿Entrenan para una carrera? Apoyarse mutuamente hacia un objetivo común refuerza el vínculo y crea momentos de complicidad. Se vuelven un equipo indestructible.
- Corrección y feedback: Tener a tu pareja ahí significa que siempre habrá alguien pendiente de tu forma. Te pueden corregir cuando vean que tu postura no es la mejor, y eso es oro puro para evitar lesiones. Además, entre confianza se puede decir de todo, hasta que “¡estás haciendo eso mal!”
Los Contras: ¡Cuidado con la zona de guerra!
- Diferentes niveles de fitness: No siempre los dos van a estar en el mismo nivel de condición física. Puede que uno sea el rey de las sentadillas y el otro esté comenzando con las mancuernas más livianas. Esto puede crear frustración y hasta malentendidos si uno siente que no puede seguirle el ritmo al otro.
- Competitividad mal gestionada: ¡Ojo con la competencia! Un poquito de rivalidad puede ser divertida, pero si se salen de control, los piques pueden convertirse en peleas. Nadie quiere que un reto de cuántas flexiones hacer termine en una discusión.
- Diferentes estilos de entrenamiento: Tal vez a ti te encanta el cardio y a tu pareja le fascina levantar pesas. Aunque quieran pasar tiempo juntos, entrenar con estilos tan diferentes puede ser un reto. No siempre es fácil encontrar un equilibrio o una rutina que funcione para los dos.
- Posibles tensiones: Si entrenar ya es difícil de por sí, hacerlo con tu pareja puede ser un detonante si la paciencia no está de tu lado. Los días malos en el gym son comunes, y si a eso le sumamos las dinámicas de pareja, puede haber roces. No querrás terminar gritándole a tu pareja por no hacer correctamente un press de banca.
La clave está en la comunicación y en disfrutar del proceso. Si ambos se apoyan, respetan sus límites y saben cuándo es momento de entrenar juntos y cuándo es mejor hacerlo por separado, entrenar en pareja puede ser uno de los mejores actos de amor. Pero si las tensiones empiezan a superar los beneficios, quizás es mejor que cada uno se enfoque en su rutina individual y reserven el tiempo juntos para otros planes.
Al final del día, entrenar en pareja no tiene que ser una receta para el desastre si saben manejarlo. ¡Es más! Puede ser una experiencia increíble para mejorar la relación y mantenerse activos al mismo tiempo. La clave es disfrutar y entender que no siempre será perfecto, pero eso también es parte de la aventura.
¿Qué piensas? ¿Te animas a entrenar con tu pareja o prefieres la paz y tranquilidad del gym solito?